Lo mejor de "Corazón de león" se desarrolla durante la primera mitad de la película. Es el segmento más fresco de la comedia escrita y dirigida por Marcos Carnevale. El espacio en el que Guillermo Francella y -en especial- Julieta Díaz (foto) se sueltan para divertir y divertirse. Después a la historia la captura un tono solemne que deriva en el más previsible de los finales. Y resuelto a las apuradas, para más datos. O al menos sin una pizca de originalidad.
El planteo de la pareja despareja -él, simpático y entrador, condicionado por su estatura de 1.35; ella, un bombón- no es la novedad. Menos con lo transitada que está la comedia romántica a esta altura de la historia. Carnevale usa los personajes y su circunstancia como plataforma para lanzar algunos gags bien logrados. Jorgelina Aruzzi, la secretaria del estudio de abogados que integran Julieta Díaz y su ex marido, compone el mejor secundario. Nicolás, el hijo de Francella, está correcto, y Nora Cárpena le pone oficio a lo suyo.
"Corazón de león" transcurre en un universo de gente adinerada, que transita por Buenos Aires como si de una ciudad europea se tratara. El tema de los prejuicios sobrevuela -a la fuerza- la película, pero es apenas un barniz de realismo para un filme que, en esencia, apunta a otro lado. De allí que su tratamiento sea tan superficial.
Si "Corazón de león" arranca sonrisas lo debe a su ligereza. Cuando se pone pretenciosa aterriza en el lugar común.